Poesía en el laurel
2007
Festival Internacional
Edición de 2007
La Zubia, ciudad con alma laboriosa y emprendedora, llegado el mes de agosto ofrece lo mejor de sí misma con la celebración de uno de los eventos culturales más esperados del verano granadino, «Poesía en el Laurel».
En esta edición volveremos a disfrutar con poetas y cantautores y aún más, si cabe, porque este año iniciamos, paralelamente, el “Encuentro entre Culturas, La Palabra Viva”, donde las conferencias, talleres de poesía y mesas redondas, darán lugar a una intensa relación entre distintas culturas, México, Argentina, Cuba, España…
Disfrutar del verso y la palabra entre laureles y arrayanes centenarios, testigos de la historia, es un privilegio que los vecinos y vecinas de La Zubia queremos compartir con todas la personas que acuden a este encuentro poético.
Jorge Rodríguez Rincón, alcalde presidente de La Zubia (Agosto 2007)
Programa
7 DE AGOSTO 2007
21:30 horas
PRESENTA
Juanjo Ibáñez (Periodista)
MÚSICA
Alberto Cortez (cantautor)
Fernando Badia (piano)
14 DE AGOSTO 2007
21:30 horas
PRESENTA
Pedro Enríquez
POESÍA
Eduardo Castro
Juan de Loxa
MÚSICA
Carlos Andreoli (cantautor)
21 DE AGOSTO 2007
21:30 horas
PRESENTA
Lourdes Cervantes (México)
POESÍA
Raúl Renán (México)
MÚSICA
Ángela Muro (cantautora)
28 DE AGOSTO 2007
21:30 horas
PRESENTA
Rafael Estrella, actual embajador en Buenos Aires (Argentina)
POESÍA y MÚSICA
Teresa Parodi (Argentina)
Colaboración leida de la actriz Yolanda López
Sesiones
Hemeroteca
Jueves 30 de Agosto de 2007
La voz de la argentina Teresa Parodi puso el broche de oro al ciclo del Laurel de La Zubia
Enlace a la noticia: Diario Ideal.es Jaén
El último de los conciertos programados este verano en el ciclo Poesía en el Laurel de La Zubia ofreció la noche del martes la oportunidad de escuchar a una gran voz de la Argentina actual: Teresa Parodi. Una actuación que fue «un acontecimiento cultural de primer orden» según uno de sus introductores, su paisano Horacio Rébora. Y es que la Parodi a pesar de que no ha tenido en España la misma difusión y que hasta sus grabaciones no lleguen con la frecuencia con que aparece por aquí el anglosajón más remoto, en los países sudamericanos su popularidad es enorme, habiendo recibido decenas de premios y publicado decenas de discos y vendido miles de entradas para su conciertos.
Una comunicado leído de Rafael Estrella, actual embajador en Buenos Aires, anunció a la cantautora, que firmó uno de los temas más significativos de los últimos años argentinos: ‘Resistiendo’. Su compromiso con la historia de su país está también estremecedoramente presente en temas como ‘Los desaparecidos’, y es que su escritura rotunda y su voz energética consiguen hacer de sus canciones auténticos himnos de los que inflan el pecho, sean generacionales como ‘Manifiesto Opus2’ y ese ‘Vamos compañeros’ (ambas en los bises), primo hermano del ‘Con tu puedo y mi quiero’ de Luis Pastor, banda sonora del compañerismo militante.
Asomó también en La Zubia la cantautora más exquisita y lírica en esa preciosidad llamada ‘Canción de Verónica’ y cómo no la contadora de historias populares y la que trajo sus canciones antiguas, sus primeros éxitos, como ‘Pedro Canoero’, ‘La Negra Ulogia o ‘Apúrate José’. En algunas de sus Interpretaciones contó con la colaboración leída de la actriz Yolanda López. Dos generaciones de mujeres para un cancionero en el que ha escrito con la sensibilidad de la nieta, la hija, la madre y la abuela que es actualmente, fases de la vida de su autora que han quedado reflejadas en canciones tan emotivas como ‘La abuela Emilia’, cronológicamente la primera de la serie.
Valió la pena
En su voz no se esconden Zitarrosa, Chabuca, Atahualpa ni Parra. Piazzola está en sus letras pero no se queda sólo en los nombres míticos ni en los tangueros de leyenda, gusta de los cubanos y se le nota, y a poco que se le sugiere salen Adriana Varela, Charly García, Fito, y hasta la Bersuit (Vergarabat) y su ‘Argentinidad al palo’. Un siglo de música argentina cantada con mucha potencia y elasticidad en la voz, sentida con el cuerpo entero, contada con sinceridad y sentido del humor y puesta en música con tanta fuerza en sus rasgueos, a veces con maneras insistentemente mecánicas, como acariciando las cuerdas como si les fuera en ello la vida, que les va. Sí, un acontecimiento.
Por primera vez en el Laurel se olvidó la limonada de despedida, y el público tuvo que elegir entre pedir más (como hizo) aún a riesgo de perderse el dulce chupito. Pero valió la pena.
Miércoles 8 de Agosto de 2007
El blog de Ignacio Henares
Enlace a la noticia: El blog de Ignacio Henares
Llegué al Convento San Luis el Real casi con el tiempo justo de saludar al alcalde, mi amigo Jorge Rodríguez, que me presentó a la nueva directora del Área de Cultura, una chica cubana que estaba con su compañero Vázquez de Sola. Para su sorpresa, yo le conocía desde hace muchos años y en unos instantes pude comentar con él como de pequeño mi padre, (como otros muchos en los últimos años del franquismo), escuchaba cada vez que teníamos visita de confianza, con las puertas y ventanas cerradas, grabaciones suyas venidas de Francia, en las que arremetía contra Franco. Y recordé también algunas de sus viñetas y caricaturas que circulaban por entonces. Desde entonces, he seguido su trayectoria como humorista.
El protocolo me colocó junto a Paco Moraga, concejal de Medio Ambiente y delante de Tato Rébora, de La Tertulia, el del Festival del Tango, argentino, como el que nos disponíamos a escuchar.
El acto empezó con una presentación de Juanjo Ibáñez, breve pero profunda, lo suficiente para enmarcar al verdadero protagonista. A continuación un saludo emocionado y orgulloso del alcalde de la Zubia, del área metropolitana de Granada y para la Humanidad, a las casi mil personas que calculo que llenaban el patio del convento. Y apareció Alberto Cortez, de negro, como casi siempre, más mayor, más gordazo, pero el mismo de siempre.
Para darme el gusto arrancó con “Mi árbol y yo” y recordé que para encontrar el sentido de la vida hay que saber plantar árboles para que otros disfruten de su sombra y recordé también los primeros árboles que planté con mi padre (otra vez el recuerdo de mi padre ayer) cuando era muy pequeño.
Y se sucedieron las canciones que eran poesía y los poemas que eran cantos. Poesía en el Laurel, con las monjitas en los balcones. Poesía en la gloria, poesía para el cuerpo y para el alma. Poesía mientras se escuche el rumor de un arroyo, el canto de un grillo. Y llegó Distancia y la Nana de la Cebolla para elevar la temperatura ambiental.
Cuando sonó “Que suerte he tenido de nacer” pensé que el concierto estaba dedicado a mí, a mi momento, a mi cumpleaños y reflexioné bajo las notas del piano que ya no tengo más que buscar sino que disfrutar, de compartir, de dar y de devolver. Que tengo lo que quiero y tengo que querer más lo que tengo.
“Los tres Pablos” (Neruda, Picasso y Casals), “Te sigo queriendo como el primer día” y “A partir de mañana” la canción que había inspirado mi post anterior (Carpe Diem). A estas alturas las monjitas ya estaban más relajadas y se sentaron visibles en los balcones.
Alberto recitó un poema sobre el vino que saca cosas que el hombre calla y pensé en la antología poética sobre el vino que prepara Eduardo Castro uno de los protagonistas de la Poesía en el Laurel la semana próxima.
Y llegó la del “Perro Callejero” y el poeta/cantante recordó a su perra recién fallecida y yo (y Mariángeles más) al Guay que ya no está tampoco con nosotros. “En un rincón del alma”, “El abuelo, «Lupita» (canción estrenada en España ayer)… Y el broche final “Cuando un amigo se va”, cantando al final sin micrófono ante un público a estas alturas más que entregado, rendido a sus pies. Y con alguna monja ya abajo esperando poder abrazar o pedirle un autógrafo al artista.
Al final del concierto-recital comenté que a Alberto Cortez se le veía a gusto, se le nota que tiene muchas tablas, mucha mili, pero pienso que además de oficio hay que tener sentimiento para poder transmitir en un rato tantas emociones.
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